Un día me decidí a salir de mi alcoba y visitarte, hacían varios años que no nos hablábamos, pero, ya habían pasado tantas cosas, que era entupido pelear con mi orgullo.
De camino a tu lecho no podía dejar de pensar en todas aquellas peleas por las cuales habíamos tomado la abrupta decisión de alejarnos y romper comunicaciones. No dejaba de llorar recordando aquellos momentos en que ingenuos cual niños jugábamos sin pensar en que esto podría haber pasado; pero cuando crecimos tu me lo decías, me lo repetías y recordabas como canción, me lo dijiste, esto me llevaría a la soledad. Eran mis palabras, mis ideas, siempre fui yo quien alejo a quienes se preocupaban por mí y me querían.
A lo lejos, ya llegando a tu hogar, todo lúgubre y tranquilo, olvidando todo por lo que peleábamos en el camino, deje en cada kilómetro mis rencores y problemas, de paso compre unas flores para acompañar la carta que te escribí.
“Discúlpame, aunque se que no podrás leer lo que te escribo, se que me ves desde arriba; fui completamente idiota al interponer los problemas ante la familia, y se que todo esto me alejo de mis seres amados, pero ahora que te he perdido se que lo perdí todo, por mi culpa, por culpa de mi orgullo y mis prejuicios.
Siempre demostraron interés por unirme a ustedes y por lograr que fuéramos una familia, pero siempre había un desertor, y era yo. Día a día desde sus partidas, cada uno se fue con tiempo, y cada dolor fue mayor al anterior; nunca deje de extrañar aquellos días cuando pequeños vivíamos una vida de alegrías e ingenuidades, donde los problemas no eran mayores a una pelea con almohadas y siempre hacíamos las pases con café con leche y pan dulce.
Siempre me lo decían, me recordaban que si seguía, me quedaría en completa soledad, pero nunca escuchaba con atención, era tan feliz con lo que hacia, que dejaba de ver hacia delante, a futuro, y pensar en que algún día llegaría este día.
Se que ya no puedo dar marcha atrás para decirles cuando los extraño y cuanto me importan, decirles cuanto extraños las cenas juntos, las parrilladas en el patio de la casa, los cumpleaños de los niños juntos bailando y degustando las tortas, las navidades y finales de años, lanzando fuegos artificiales en la puerta de la casa, mientras comíamos el pernil y las uvas de la media noche del año viejo.
Me aleje creando un enorme cañón entre nosotros, distancias de kilómetros, donde el que un día fue mi hermano, mi padre, mi amigo y mi sangre, lo convertía en un completo desconocido, los había alejado tanto de mi vida, que podía tenerlos parados frente a mi y no los reconocería.
Los deje morir uno a uno, mirando como me dejaban y me abandonaban poco a poco, y yo sin poder despedirme, sin poder decirles un adiós.
Me fui lejos creyendo que todo estaría mejor, siempre pensando que seria lo mas beneficioso para mí y para mi familia, y que con estoy solucionaría todos los problemas que teníamos. Pero la mejor solución siempre fue hablar y tolerar, lo que siempre deje de lado y critique, convirtiéndome en mi peor enemigo y la causa de mis desilusiones y tristezas.
Tenia tiempo queriendo venir a visitar, pero no me atrevía a dar la cara y aceptar que toda la vida me porte de una manera muy infantil e inmadura, que siempre me porte mal con mis hermano, padres y allegados, y que jamás fui tolerante con quien debía, no respete ideas, creencia, ni religión, siempre antepuse mis ideas y manera de pensar a todo, siempre quise tener la razón y nunca equivocarme, pero me equivoque de la peor manera, no los tome en cuenta ni los valore cuando estaban vivos y ahora que ando sumergido en la soledad, vengo a postrarme ante ustedes para disculparme por haber sido quien fui durante todo este tiempo.
Estoy muriendo por dentro poco a poco, y no se cuanto tiempo me quede antes de hacerles compañía, pero por eso hago esto ante ustedes, muy sabia mente me lo decían, uno paga en vida lo que hace, y no se va hasta que termina de pagar hasta el ultimo daño que hizo. Por eso me arrepiento, espero que me perdonen.”
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